Renovables, por supuesto. Reflexión sobre la energía en Canarias

Acabamos de celebrar en Tenerife el primer Congreso sobre almacenamiento de energía a gran escala promovido por Cabildo y organizado por el Colegio de Ingenieros Industriales.  Desde el punto de vista del sector todos creemos que ha sido un éxito por participación y difusión. Todos los ingenieros nos hemos quedado muy satisfechos y pensamos que puede ser un incentivo para llevar a la práctica lo tratado en ponencias, pero no nos llevemos a engaño, ahora hay que trasladarlo a la opinión pública, a las corporaciones y a todos los organismos de la administración que son los que tienen que dar el impulso necesario.

Es ya tradicional la dificultad de trasladar al público general las cuestiones técnicas, en otras palabras, la falta de  comunicación pública de la que se nos acusa a los ingenieros. Y no falta razón, porque acostumbrados a usar un lenguaje muy específico, nos olvidamos con frecuencia  de que es normal que mucha gente pueda no tener claro de qué estamos hablando.

Por eso consideramos muy importante que el mensaje implícito en lo tratado en este Congreso llegue a todos. Porque nos va mucho en ello a todos los Canarios. ¿Almacenamiento de energía? ¿Qué es eso? Trataremos de explicar qué es y por qué es importante.

En primer lugar, Canarias es un absoluto dependiente energético del petróleo, de una forma que estratégicamente es muy arriesgada. Toda la energía que consumimos, tanto en nuestros vehículos como para producir electricidad, cocinar o calentar, viene de derivados del petróleo que importamos en su totalidad. Alguien dirá de inmediato: te olvidas de la solar y la eólica, que también tenemos. De acuerdo, este es el meollo del asunto, pero no quiero adelantarme, más tarde volveremos sobre el asunto. Lo destacable es que nuestro sistema energético se basa en la importación de petróleo y de momento estas renovables que tenemos no son una alternativa por sí solas.

He dicho que esta dependencia es muy arriesgada. Imaginen, llevando las cosas a extremos improbables pero no imposibles, que un conflicto internacional conduzca a una interrupción temporal del suministro de petróleo a Canarias, que llegue a agotar nuestras muy escasas reservas. ¿Qué haremos?¿Cerrar los hoteles, apagar las luces y la nevera e ir a cortar leña al monte para cocinar? Por supuesto me he ido a un ejemplo muy extremo pero cualquier otra situación de crisis  menos grave nos iba a provocar también grandes trastornos. Y no olvidemos que el recurso del petróleo se acabará, más temprano que tarde, en este planeta que estamos exprimiendo hasta la extenuación.

Las alternativas al petróleo son varias pero siempre tienen un “problema” añadido. El Gas Natural está cada vez más  cerca pero nadie quiere la Regasificadora en su territorio. Hidroeléctrica ( embalses con salto de agua ) no tenemos por razones obvias : no tenemos ríos y la verdad es que ni siquiera tenemos agua. El carbón no sería una mejora respecto al petróleo. De nuclear ni mentarla. ¿Qué nos queda? Por supuesto aquello que tenemos en abundancia: sol y alisios. ¡Pues ya está!, resuelto, pensaran muchos. Pues nada más lejos de la realidad.

Primero y lo más importante: hay un eterno conflicto contradictorio entre los que defienden las renovables como energía sostenible y los que defienden la conservación del territorio y el paisaje, ambas tendencias  como asuntos enfrentados. Hay que acabar de asumir por todos que, con la tecnología actual, la energía eólica supone campos de molinos de viento, cuanto más grandes más eficientes, y que energía solar supone grandes extensiones de paneles negros. Pero esta es una cuestión medioambiental, que es imprescindible resolver en su propio ámbito y contexto, pero que  no es el propósito de este artículo .

Nuestro propósito es poner de manifiesto otro importante factor que llevan implícitas las renovables naturales : su irregularidad. Ahora hay sol, dentro de una hora no. Hoy hay un viento que te arrastra y pasado mañana calma chicha. Esta irregularidad tiene dos formas, que con los ejemplos que acabo de dar se manifiestan. Por una parte la irregularidad rápida, cuestión de segundos o minutos. Y por otra la más lenta, cuestión de horas o  días. Esta segunda seguro que todos la entendemos perfectamente. Porque nosotros encendemos la luz, la cocina y la nevera todos los días y con la misma regularidad. La semana que hay calma chicha no podemos dejar de hacerlo, seguimos consumiendo igual. Y encima cuando el viento sopla endemoniado toda la energía extra se pierde porque no la podemos aprovechar. Hay mucha energía que se pierde y cuando la necesitamos puede ser que no esté.

La primera irregularidad es menos obvia pero afecta a la estabilidad del suministro eléctrico y hay razones algo más técnicas para explicarla. No queremos entrar en la falta de comunicación de la que hablamos antes pero tampoco queremos aburrir al lector. Solo comentar, simplificando mucho,  que para sustituir la energía, que de repente dejan de suministrar las renovables, tiene que ser suplida por generadores, como motores diésel y turbinas, que lleva su tiempo arrancar y poner a régimen, y esos minutos de desfase no se los traga el sistema sin más.

Aun superando el conflicto medioambiental mencionado, para incrementar significativamente el porcentaje de energía renovable en el total de la generada y consumida, no basta con llenar de molinos la costa de las islas, sino que hay que hacer algo más, necesariamente : resolver las dos irregularidades mencionadas.

La irregularidad rápida, la que hace que la energía que se suministra cambie en cuestión de minutos, se resuelve de manera relativamente fácil, aunque costosa. Es una cuestión que  se puede resolver con reglamentos o normas regulatorias. Una opción es obligar a los productores de energía solar o eólica a que instalen baterías u otros sistemas similares de almacenamiento y devolución rápidos de energía,  que permitan absorber con flexibilidad esas pequeñas variaciones y  eviten las perturbaciones en la red eléctrica. Productores de todos los tamaños, grandes y pequeños deberían estar obligados. Esto a los legisladores del sector les iba  a incomodar bastante, pero hay que hacerlo. La otra opción sería que estas baterías o almacenamientos rápidos las instalen los responsables de generación y transporte, léase ENDESA y Red Eléctrica, empresas privadas, pero inmediatamente surge la eterna pregunta : ¿quién lo va a pagar?.

La otra irregularidad de la energía renovable, la de diferencias importantes temporales, en el caso de la solar el hecho de que durante la noche no se genera nada, o en el caso de la eólica, el exceso de viento durante unos días y la falta total la semana siguiente, solo se puede resolver almacenándola para usarla cuando se necesita. Y además almacenarla en grandes cantidades. Se cuenta con muy diversas formas de llevar a la práctica este acopio, en el que siempre hay unas pérdidas de rendimiento y unos costos de inversión que varían sustancialmente de una solución a otra, tanto  para resolver  las diferencias cortas y rápidas como las largas y de mayor duración.

 Algunos de estos sistemas de almacenamiento, principalmente aplicados a la energía eléctrica, son los que se trataron como ponencias en este pasado Congreso y, tras escuchar tanto a los técnicos especializados como a los políticos o funcionarios institucionales, creemos que la implantación de los mismos solo puede venir a través de iniciativas de los gobiernos generales y locales. No esperemos que el mercado o las empresas privadas lo solucionen. De momento no irá por esta vía el crecimiento significativo de las renovables, puesto que, a pesar de tener un costo de generación competitivo, los problemas de afección a la red y la falta de almacenamiento a gran escala,  además de ciertas rigideces y peculiaridades del sistema eléctrico español que se agravan con nuestra insularidad, le ponen y seguirán poniendo la zancadilla.

El ejemplo lo tenemos muy cerca, en la isla del Hierro. El excelente sistema allí desarrollado combinado generación eólica con un almacenamiento de energía por bombeo y embalse hidráulico se desarrolló gracias a la iniciativa pública y por el empeño personal de políticos que vieron en esta inversión su significado estratégico de convertir la isla en un sistema casi autónomo respecto a las fuentes energéticas y además contribuir a la sostenibilidad medioambiental.

El Cabildo de Tenerife ha demostrado tener este interés promoviendo el pasado Congreso, por lo que desde los colectivos de ingeniería felicitamos a sus dirigentes y les animamos a que den el siguiente paso que es iniciar proyectos materiales viables.

No queremos acabar este articulo sin mencionar el importante papel que la gestión medio ambiental juega para que el desarrollo de estos sistemas de generación y de almacenamiento puedan tener éxito, y por nuestra experiencia en otros proyectos y en un territorio tan frágil y escaso como el nuestro así como por la visión trasladada en el I Congreso de Almacenamiento Energético a Gran Escala por uno de los mayores expertos en esta materia en España, es fundamental que exista una clara planificación previa al desarrollo de cualquier sistema que se quiera construir.

En próximos artículos intentaremos exponer algunos de estos sistemas de almacenamiento viables que fueron desarrollados en dicho Congreso, pero nos parece importante que todos nos quedemos con una idea : para que Canarias mejore su independencia energética, usando  energía solar y eólica, es imprescindible desarrollar sistemas de almacenamiento a gran escala y disponer de regulaciones legales adecuadas a la singularidad insular, y esto tiene que venir auspiciado por nuestras instituciones públicas como una estrategia a medio y largo  plazo de supervivencia.

 

Autor: Ambrosio Rodríguez, vocal de la Junta de Gobierno